miércoles, 4 de diciembre de 2013

4 de Diciembre de 2013
TRISTEZA, ALEGRÍA Y MEDIACIÓN







Estaréis conmigo en que no es difícil que en medio del trasiego de sentimientos que se producen en una sesión de mediación aparezcan episodios de tristeza o alegría.


La tristeza debilita nuestro interés y nuestra energía ante las actividades de la vida normal. Desde el punto de vista evolutivo, esta falta de empuje iba destinada a que las personas debilitadas no se alejaran de sus viviendas, donde estaban más seguras. Para el ser humano moderno, la tristeza anímica es un indicador de que se ha chocado con barreras internas y externas. 


En el polo opuesto encontramos la alegría, emoción que a diferencia de la tristeza nos proyecta a la interacción con los demás, a explorar nuevos caminos y al ejercicio dinámico de todas las actividades de la vida. 
Puede pensarse que aparezca la alegría en la mesa de mediación es más improbable, pero sabiendo que la tristeza bloquea y paraliza la acción, el mediador debe estar preparado para identificar la aparición de la tristeza en los primeros momentos y actuar en consecuencia para revertir la situación.


¿Cómo? Con el buen humor y, sobre todo, con la sonrisa y la risa.


Para que el buen humor caiga realmente bien, no hay nada mejor que reírse de sí mismo.

Busquemos el lado gracioso, no de situaciones trágicas, pero sí de los problemas, imprevistos, situaciones embarazosas, etc.



"La risa es la distancia más corta entre dos personas"



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