Finiquitando otro año.
Parece mentira que siempre por estas fechas me ponga melancólica porque se acaba un año y empieza otro. Es una tontería, ya lo se, porque es ley de vida, y que tampoco pasa nada de un día para otro, pero me pasa.
Son días de querer terminar todo lo que te queda por hacer para empezar el año limpio, sin atrasos, sin cosas pendientes que te hagan entorpecer el año que comienza.
Son días también de hacer propósitos, balances, de echar la vista atrás y sobre todo hacia adelante. En fin, días de "limpieza emocional".
El último día del año parece que queremos cambiar aquello que no nos fue bien y pensar en cómo podríamos hacer las cosas el año que entra para mejorar todo lo que sea mejorable.
Parece como si hiciera un feng shui en mi vida, pero lo quisiera hacer en un día todo. Después te das cuenta de que eso es imposible y que la vida sigue igual el día uno de enero, y que cada día se hacen nuevos propósitos, y que vuelves a caer en lo mismo, y que intentas mejorar .......

Al igual que el Dios Jano, al que Julio César en el calendario juliano le dedicó el día 1 de enero, intentaré tener dos caras. Una mirando hacia atrás, en la que solo tendré presente aquellas cosas buenas que me han sucedido, y otra mirando hacia adelante, con optimismo, ilusión, ganas de vivir nuevas experiencias, y sobre todo sabiendo que como humana que soy volveré a caer en muchas cosas que me propuse algún día no caer.
Lo único que le pido al 2018 es seguir aquí para seguir cumpliendo años, y que me sigan rodeando aquellos a los que quiero. Tener salud para disfrutar de la vida, e ilusión por vivir.