20 de Noviembre de 2013
El control
de la ira (2)
Como
decíamos en el post (1) de este tema, ante la ira de una de las partes el
mediador ha de basar su intervención en su especial posición, ajena a emociones
perturbadoras.
Esta le va a permitir actuar con inteligencia para, por un lado,
explotar todo su conocimiento sobre la conducta del iracundo, evitando que esta
incida negativamente en el proceso, y por otro para utilizar las técnicas
propias de la mediación aprovechando la debilidad de aquel en favor de nuestros
objetivos.
La actuación
del mediador debería ajustarse a las siguientes premisas:
1ª.-Valorar
la intensidad del brote
de ira en cuanto aparezca, para decidir si vale la pena poner en práctica técnicas de "enfriamiento", o si por el contrario es de tal calibre que obliga a dar por terminada la sesión. Tener presente que permitir el desahogo de la tensión, siempre dentro de límites admisibles, aportara una jugosa información al mediador, no solo sobre como siente el conflicto la parte enrabietada, sino además sobre como lo encaja la otra parte, aspecto este que podría estar reforzando la aparición de las reacciones de ira.
de ira en cuanto aparezca, para decidir si vale la pena poner en práctica técnicas de "enfriamiento", o si por el contrario es de tal calibre que obliga a dar por terminada la sesión. Tener presente que permitir el desahogo de la tensión, siempre dentro de límites admisibles, aportara una jugosa información al mediador, no solo sobre como siente el conflicto la parte enrabietada, sino además sobre como lo encaja la otra parte, aspecto este que podría estar reforzando la aparición de las reacciones de ira.
2ª.- Tras el
desahogo, es el momento de utilizar las técnicas de mediación, especialmente dos
de ellas, que si son capitales en cualquier caso, lo son especialmente cuando
mediamos a personas con cierta predisposición a sufrir ataques de
rabia:
La escucha
activa y la empatía.
La primera,
utilizada con estas personas,
es por sí misma un potentisimo motor para el cambio. Cuando se utiliza adecuadamente produce tales efectos en sus reacciones que pueden pasar desde la sorpresa y perplejidad a la adhesión y el agradecimiento.
es por sí misma un potentisimo motor para el cambio. Cuando se utiliza adecuadamente produce tales efectos en sus reacciones que pueden pasar desde la sorpresa y perplejidad a la adhesión y el agradecimiento.
La empatía,
por su parte, requerirá del mediador un profundo conocimiento de los procesos
psicológicos que subyacen a la ira.
Deberá tener las respuestas a preguntas como
¿en qué circunstancias se dan los ataques?, ¿con qué frecuencia?, ¿con que
duración?
, ¿cómo se siente tras el episodio?, etc. Y utilizara este conocimiento para establecer el necesario "vínculo empatico" con la persona.
, ¿cómo se siente tras el episodio?, etc. Y utilizara este conocimiento para establecer el necesario "vínculo empatico" con la persona.
El mediador
no debe olvidar que la respuesta de ira ante situaciones de frustración, como
son las del conflicto, es probablemente una conducta aprendida desde la infancia
y reforzada a lo largo de su vida, que en realidad trata de ocultar debilidad y
que se convierte en recurrente precisamente porque nunca ha vivido la
experiencia de haber sido escuchado activa y empaticamente.
Utilicémoslas incluso en nuestra vida privada, dan resultado.
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