27 de Noviembre de 2013
Vergüenza y
Mediación
Insistimos en que el poder de la mediación
radica en que esta permite a las partes tomar conciencia de su responsabilidad
en el conflicto, al reconocer el punto de vista del otro y al aceptar los, a veces
ocultos, intereses propios, que
hacen que el conflicto se mantenga lejos de la
solución.
Pero esto
supone una alta exigencia para el ego y la autoestima, ya que uno puede llegar a
temer que a lo largo del proceso va a tener que "desnudarse" ante un tercero (el
mediador).
Este temor
puede tomar forma a través de la vergüenza.
Pero ¿Qué es exactamente la
vergüenza? Es más que un sentimiento.
Es un grupo de respuestas físicas (bajar los ojos o sonrojarse) mezcladas con acciones predecibles (esconderse o alejarse de los demás), pensamientos desagradables ("soy un fracaso") y desesperación espiritual. La vergüenza es la creencia dolorosa en una deficiencia básica en uno mismo como ser humano.
Es un grupo de respuestas físicas (bajar los ojos o sonrojarse) mezcladas con acciones predecibles (esconderse o alejarse de los demás), pensamientos desagradables ("soy un fracaso") y desesperación espiritual. La vergüenza es la creencia dolorosa en una deficiencia básica en uno mismo como ser humano.
La vergüenza
se genera cuando alguien nos envía reiteradamente el mensaje de “eres malo”,
“eres tonto”, “no puedes”, sin decirnos exactamente qué es lo que no le gustó y
generalmente sin darnos una idea clara de qué podríamos hacer en lugar de ello,
o cómo hacerlo.
Todos estos mensajes que aceptamos son dados por alguna figura
que la persona identifica como "autoridad”, que es lo que un mediador inexperto
puede llegar a representar para ella
.
Para
combatirla, el mediador debe en primer lugar cultivar la confianza
de las partes en su figura, para ello su aliado es la seriedad y confidencialidad del proceso, y en segundo lugar debe buscar y potenciar la comunicación asertiva de las partes, haciéndoles ver que cada persona es diferente y diferentes son sus creencias, por lo que es inútil pretender ser perfecto y actuar siempre de acuerdo a las normas y creencias de los demás.
de las partes en su figura, para ello su aliado es la seriedad y confidencialidad del proceso, y en segundo lugar debe buscar y potenciar la comunicación asertiva de las partes, haciéndoles ver que cada persona es diferente y diferentes son sus creencias, por lo que es inútil pretender ser perfecto y actuar siempre de acuerdo a las normas y creencias de los demás.
Ardua labor la del mediador, pero gratificante tanto para él como para los mediados. Mantener la confianza, siendo neutral y manejando técnicas efectivas para hacer que ellos resuelvan sus difencias....ahí queda.
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