"... apasionados de la palabra, de los sentimientos... De todo aquello que hace que la vida sea mejor. Con gusto mediador"
Hola:
Somos Sebastián García y Carmen Sánchez, y en esta segunda etapa de nuestras vidas surge la idea de crear "Con Actitud y Media". Psicólogo y abogada que tienen como nexo en común la pasión por la mediación, la ilusión de hacer que la vida sea mejor con la palabra y la cultura del acuerdo.
Este es nuestro momento de "desaprender para aprender", como tantas veces nos ha dicho nuestro querido Javier Alés Sioli, y nos encantaría compartirlo con todos vosotros, con toda la ilusión del mundo. Intentaremos desde una frase diaria, comentar, contar... reflexionar en definitiva para hacer que "cada día cuente". Contaros también nuestros logros y nuestros avatares. Os esperamos.

jueves, 26 de diciembre de 2013

26 de Diciembre de2013
La Luna y el Lucero(La Noche Buena).



Esto sucedió hace mucho, mucho tiempo, cuando la noche era aún más oscura.
La Noche, como una niña inquieta, sentía envidia del Día, pues ella siempre se preguntaba por qué cuando el sol aparecía con el Día, todos salían a admirarlos, en cambio, cuando la Noche llegaba, todos se escondían en sus casas y no volteaban a mirarla.
Cada día sucedía lo mismo. La Noche intentaba llamar la atención de todos, pero cuando empezaba a oscurecer, todos iban a sus casas y dormían hasta que amaneciera.
Un día muy especial del mes de Diciembre, un hombre y su esposa, quienes estaban esperando un bebé, viajaban buscando refugio bajo la noche en Belén.  La noche que los contemplaba (ya que eran de las pocas personas que ella había mirado), fue testigo de cómo nadie les brindaba un espacio para que pudieran descansar, así que ella con su enorme Luna brillante los guió hacia un pequeño ranchito abandonado donde se pudieron recostar.
La mujer al llegar, sintió un gran alivio, pero a la vez empezó a sentir que su bebé ya quería nacer.  La noche no cabía de alegría, no podía creer que por primera vez iba a estar presente en el nacimiento de un bebé.





Unos minutos más tarde nació el bebé, tan bello y tierno que la Luna brillaba mucho más que nunca sobre la Noche. Cuando sus padres lo abrazaron y

lo llamaron Jesús, el pequeño volteó su mirada hacia el cielo y le regaló una sonrisa a la Noche que lo veía con gran emoción.
La Noche nunca había sentido algo parecido. Nunca la habían mirado y nunca le habían sonreído, por lo que aquella pequeña y sincera sonrisa, la conquistó y provocó en ella tanta conmoción que de pronto, inadvertidamente cerca de su luna, apareció una brillante y pequeña estrella, con la cual prometió al niño recordarlo siempre.
La noche notó que a partir de ese día,
gracias a la estrella que se había iluminado en ella, algunos se asomaban a mirarla. Así que desde entonces, la Noche decidió iluminar una estrella en honor al nacimiento de cada niño para nunca abandonar la alegría que llevaba en su alma y recordar a todos aquellos que ahora disfrutan de ella y sus estrellas, porque en los detalles más pequeños, se encuentra la verdadera felicidad.


¡Un poquito cursi!, si, la verdad, pero en Navidad se permite todo, así que.... me aprovecharé.

Mañana será el post de parafraseando, en vez de hoy, que ha sido el del cuento. Será interesante, os espero.


2 comentarios:

  1. Me alegro, es ilustrativo. Precisamente el otro día, al ver la luna tan rara que hubo, se veía perfectamente el lucero al lado. Pues ya sabemos el por qué.

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