EL CAMBIO EN LA MEDIACIÓN
Al llegar a la sesión informativa, las dos personas
están circunspectas, airadas, apenas se miran; las posiciones parecen
inflexibles, ambas se dirigen comentarios llenos de reproche a través del
mediador y podría decirse que será imposible que accedan al diálogo y acerquen
sus posturas.
Los sentimientos están dañados, hay muchas emociones en juego y el motivo del conflicto hace tiempo que pasó de ser algo sobre lo que ambos opinan diferente a un asunto personal en el que el honor y el orgullo juegan un papel crucial. El problema en sí, grande o pequeño, no parece ser tenido en cuenta en relación con los demás aspectos y ámbitos de la vida, "no existe otra cosa en el mundo, sólo este asunto que debemos resolver aquí y ahora".
Los sentimientos están dañados, hay muchas emociones en juego y el motivo del conflicto hace tiempo que pasó de ser algo sobre lo que ambos opinan diferente a un asunto personal en el que el honor y el orgullo juegan un papel crucial. El problema en sí, grande o pequeño, no parece ser tenido en cuenta en relación con los demás aspectos y ámbitos de la vida, "no existe otra cosa en el mundo, sólo este asunto que debemos resolver aquí y ahora".
Además, ambas partes
están totalmente convencidas de tener la razón absoluta y de que la verdad está
con ellos. Tan solo es cuestión de justicia que se les devuelva lo que es suyo.
El panorama es desolador, pues: intereses opuestos, posturas
irreconciliables.
De pronto parece como si empezara a amanecer, el
mediador va desarrollando
el proceso apoyado por sus técnicas y procedimientos, la cosa parece que se empieza a aflojar como cuando echamos aceite lubricante en un tornillo que no quiere salir. Los nervios se van calmando, la activación psicofisiológica se va regulando, las partes van bajando el tono de hostilidad, el espacio para la escucha se va consolidando y los argumentos y perspectivas de unos y de otros empiezan a materializarse y cobran cierto sentido por primera vez.
el proceso apoyado por sus técnicas y procedimientos, la cosa parece que se empieza a aflojar como cuando echamos aceite lubricante en un tornillo que no quiere salir. Los nervios se van calmando, la activación psicofisiológica se va regulando, las partes van bajando el tono de hostilidad, el espacio para la escucha se va consolidando y los argumentos y perspectivas de unos y de otros empiezan a materializarse y cobran cierto sentido por primera vez.
De súbito, las personas se reconocen. Pueden volver a mirarse a los
ojos. Han recobrado la capacidad para escuchar al otro, para intentar
comprenderle y después intentar hacerse comprender. Hay respeto, diálogo,
empatía, comunicación. Un peso enorme cae de los hombros. Las personas estamos
deseando disolver el conflicto, eliminar la disputa, liquidar las cuentas
pendientes, poder dedicar nuestra energía y nuestro tiempo a otros asuntos más
interesantes, más agradables.
Había algo enquistado, algo quizá no demasiado importante si lo comparamos con lo que de verdad importa en la vida. Ahora sonríen, se expresan abiertamente, son libres para seguir adelante con sus vidas. Ha salido el sol.
Había algo enquistado, algo quizá no demasiado importante si lo comparamos con lo que de verdad importa en la vida. Ahora sonríen, se expresan abiertamente, son libres para seguir adelante con sus vidas. Ha salido el sol.
No siempre sale, a veces las nubes impiden
llegar a la solución, pero cuando sale, ¡Dios mío! Es extraordinario.
Muy cierto, Carmen
ResponderEliminarMediar es acercar el corazón
Sentir que no hay distancia
Sentir que no hay dolor,
Sentir que en las palabras
Se prende la esperanza
De la negociación
M.García
Por eso es extraordinario, es mágico, es......una sensación que sólo el mediador lo sabe,
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