14 de Marzo de 2014
La Vaca
La
historia cuenta que un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus
discípulos por qué muchas personas viven atadas a una vida de
mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impiden
triunfar.
No obstante, para el maestro, la lección más importante
que el joven discípulo podía aprender era observar lo que sucede
cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a
utilizar nuestro verdadero potencial.
Para
impartir su lección al joven aprendiz, aquella tarde el maestro
había decidido visitar con él algunos de los lugares más pobres y
desolados de aquella provincia.
Después
de caminar un largo rato encontraron la que consideraron la más
humilde de todas las viviendas.
Aquella
casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más
distante de aquel caserío, debía ser -sin duda- alguna la más
pobre de todas. Sus paredes milagrosamente se sostenían en pie,
aunque amenazaban con derribarse en cualquier momento; el improvisado
techo dejaba filtrar el agua, y la basura y los desperdicios que se
acumulaban a su alrededor daban un aspecto decrépito a la
vivienda.
Curiosamente,
en medio de este estado de escasez y pobreza total, esta familia
contaba con una posesión poco común en tales circunstancias: una
vaca.
Una
flacuchenta vaca que con la escasa leche que producía, proveía a
aquella familia con el poco alimento de algún valor nutricional.
Pero más importante aún, esta vaca era la única posesión material
de algún valor con que contaba aquella familia. Era lo único que
los separaba de la miseria total.
Y
allí, en medio de la basura y el desorden, pasaron la noche el
maestro y su novato discípulo. Al día siguiente, muy temprano y sin
despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su
camino. Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el
anciano maestro le dijo a su discípulo: “Es hora de que aprendas
la lección que has venido a aprender”.
Sin
que el joven pudiese hacer nada para evitarlo, el anciano sacó una
daga que llevaba en su bolsa y degolló la pobre vaca que se
encontraba atada a la puerta de la vivienda, ante los incrédulos
ojos del joven.
Maestro,
dijo el joven: “¿Qué has hecho? ¿Qué lección es ésta, que
amerita dejar a esta familia en la ruina total? ¿Cómo has podido
matar esta pobre vaca, que representaba lo único que poseía esta
familia?”
Un
año más tarde, los dos hombres decidieron regresar nuevamente por
aquellos senderos a ver qué suerte había corrido aquella familia.
Buscaron la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron
una casa grande. Era obvio que la muerte de la vaca había sido un
golpe demasiado fuerte para aquella familia, quienes seguramente
habían tenido que abandonar aquel lugar y ahora, una nueva familia,
con mayores posesiones, se había adueñado de aquel lugar y había
construido una mejor vivienda.
Cuál
sería su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el
hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda. ¿Cómo es
posible? preguntó el joven. Hace un año en nuestro breve paso por
aquí, fuimos testigos de la profunda pobreza en que ustedes se
encontraban. ¿Qué ocurrió durante este año para que todo esto
cambiara?
El hombre relató cómo su primera
reacción ante la muerte de la vaca había sido de desesperación y
angustia. Por mucho tiempo, la vaca había sido su única fuente de
sustento. El poseer esta vaca le había ganado el respeto de sus
menos afortunados vecinos, quienes envidiaban no contar con tan
preciado bien, poco después de aquel trágico día,
decidimos que a menos que hiciéramos algo, muy probablemente,
nuestra propia supervivencia estaría en peligro. Así que decidimos
limpiar algo del terreno de la parte de atrás de la casucha,
conseguimos algunas semillas y decidimos sembrar vegetales y
legumbres con los que pudiésemos alimentarnos.
Después
de algún tiempo comenzamos a vender algunos de los vegetales que
sobraban y con este dinero compramos más semilla y comenzamos a
vender nuestros vegetales en el puesto del mercado. Así pudimos
tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y arreglar
nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído
una vida nueva.
¿Tú
crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde
ahora se encuentra?
Su vaca, fuera de ser su única posesión, era también la
cadena que los mantenía atados a una vida de mediocridad y
miser
Muchos
de nosotros también tenemos vacas en nuestra vida. Ideas, excusas y
justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos
un falso sentido de estar bien cuando frente a nosotros se encuentra
un mundo de oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo
podremos apreciar una vez hayamos matado nuestras vacas.
¡Buen fin de semana!,
y a buscar ese mundo de oportunidades que tenemos por descubrir, y si hay que matar a la vaca, pues......
Somos cómodos y nos habituamos a lo que tenemos aunque sepamos que podemos mejorarlo. Tendría una historia que contar que hilaría muy bien con la que tú has relatado. Muchas veces no hay mal que por bien no venga, en ese momento que ocurre no te das cuenta, pero a la larga tiene su sentido.
ResponderEliminarBueno,que es viernes, ya era hora. Una semana larrrrrga, pero más llevadera contigo.
Que tengas un buen fin de semana también guapísima y hasta el lunes, que aquí estaré yo fiel siempre.
Atrévete un día y la cuentas, seguro que es muy interesante.Esta historia te da mucho que pensar, y es verdad que tenemos vacas que quitar de nuestra vida para obtener mejores oportunidades que tenemos de nuestra mano y que no las vemos.
EliminarSi que ha sido una semana larrrga, ganas también de coger el fin de semana. El lunes nos vemos, aunque sea por aquí, comentarista fiel.